lunes, 18 de junio de 2007

Son gente como uno




Uno camina por la calle y, ante la aparición de ese hombre al que de niños llamábamos “el loco”, cruza, de inmediato, a la vereda opuesta. A nadie, probablemente, le parecerá anormal esa actitud. Al final de cuentas, es un ‘loco’. Pero ¿a cuántos les parecerá normal tener un niño con síndrome de down en casa y no llevarlo, por ejemplo, a misa? ¿O a la matinée del barrio, a la que sí van sus hermanos? ¿A cuántos, presentar a la enamorada a toda la familia, excepto a esa tía con esquizofrenia que vive encerrada en una habitación del segundo piso? ¿Cuántos de nosotros hemos excluido, marginado o rechazado a un pariente o alguien cercano, aún sin la intención de querer hacerlo?
Lamentablemente, muchísimos. Los prejuicios que rodean a las personas con enfermedades mentales son muy comunes. Se les margina en la familia, en el centro de estudios, en el trabajo. En muchos casos, la pobreza suele agudizar sus síntomas y, entonces, terminan convertidos en esas entes andantes que vemos deambular por las calles, en estado casi animal, a las que todos temen acercarse.


Esta actitud de rechazo es una de las razones que animaron a Aprodeh a poner en marcha la Iniciativa para la Inclusión de Personas con Discapacidad Mental (PCDM). Un proyecto que busca que las personas que sufren enfermedades mentales y sus familias se visibilicen y se conviertan en un movimiento que logre ejercer influencia en las políticas y decisiones que adopta el Estado.


ÁMBITOS. El trabajo de Aprodeh incide en dos áreas. Por un lado, el de los prejuicios. Tratando de derribar mitos como el que sostiene que las personas con discapacidad mental son agresivos, lo que puede llevar a que, cuando son niños, no se les permita jugar con chicos de su edad, o a que, en casos extremos, sean víctimas de maltratos. Porque –según la creencia de algunos– es la única manera de tratarlos.



La otra área es el papel del Estado en el acceso a los servicios de salud. Es increíble que el 70% de los médicos psiquiatras esté distribuido en Lima, Arequipa y Trujillo. Y que los tres grandes hospitales de salud mental que hay en el país estén en la capital. Como sostiene Elsa Bustamante, jefa del equipo que lleva a cabo la Iniciativa, el Estado debería garantizar que en todas las regiones y provincias, la población tenga acceso al tratamiento y rehabilitación integral (inserción familiar, social, laboral), para lo cual se requiere una distribución más equitativa de los especialistas en salud mental y psiquiatría. De modo que, en algún momento no muy lejano, las personas con discapacidad mental puedan acudir a los especialistas y recibir tratamiento ambulatorio, como el que reciben, por ejemplo, quienes padecen diabetes u otras enfermedades que requieren seguimiento. Eso ayudaría mucho a combatir el prejuicio, la segregación y el estigma.



Sin embargo, agrega la especialista, la inclusión de las personas con discapacidad mental no se limita solo a las reformas de los servicios de salud, sino también a la intervención de otros sectores y niveles del Estado y la sociedad civil organizada en las comunidades.


GRAVE DIAGNÓSTICO. La experiencia de Aprodeh en el área de Salud Mental quedó muy marcada cuando, en 2003, mucho antes de concebir la Iniciativa, realizó, junto con expertos del instituto norteamericano Mental Disability Rights International (MDRI), una investigación sobre los derechos humanos de las personas con discapacidad mental. Los resultados fueron alarmantes. Se descubrió que en los tres establecimientos públicos de salud mental se cometían graves violaciones a los derechos humanos, entre ellas trato inhumano y degradante a sus pacientes. Y se constató, además, que la atención que el Estado prestaba a las personas con discapacidad mental era mínima.
Las cosas, lamentablemente, no han cambiado mucho. Por eso, la preocupación principal de la Iniciativa es lograr que las personas con discapacidad mental y sus familias logren constituir un movimiento ciudadano que exija ser escuchado cuando se diseñen las políticas públicas que los afectarán. Por ahora hay talleres en Lima, Huánuco, Huancayo y Piura, pero la idea es abarcar más espacios. Hay mucho por hacer.

Más Información:
Informe Derechos Humanos y Salud Mental en el Perú http://www.aprodeh.org.pe/desc/documentos_salud/informe_mdri.pdf

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